domingo, 15 de enero de 2012

Los días con él


Cuido que al caminar no sufra un tropiezo: sus pasos son muy pequeños, lentos y parece que a cada momento va a perder el equilibrio.
Cuando comemos se le muele en la licuadora el guiso del día junto con un poco de caldito de pollo, para ofrecerle una papilla fácil de masticar y de digerir.
Antes de dormir siempre me pide que lo tape y ya se ha acostumbrado a un beso por las noches.
Lo quiero mucho.
Tengo que estar al pendiente de su limpieza pues es frecuente que sin querer se manche la ropa cuando le doy un danonino o un gerber.
Me gusta platicar con él, aunque siempre debo "leer" entre líneas para distinguir realidad y fantasía enmedio de sus frases.
Lo observo, lo escucho y siento mucha ternura.

Es  mi padre.